Mi relato siempre deja afuera pequeños detalles que son incómodos y fundamentales en su incomodidad. Es como un vicio de mentirosa, lo que no cuaja en la historia se omite sin bacilar.
Pero bueno, en este afán de confesionario que suelen tener los blogs, vamos a hacer el intento de contar detalles sórdidos para deleite de posibles lectores.
En un momento de nuestra conversación (la que conté en el post anterior) le digo a G: el hecho de no estar garchando no ayuda. Con cara de "si lo sabré yo" exhaló un largo nooooo, no ayuda. También me confesó que muchas veces por eso él no está tan cariñoso, porque no tiene muchas mediaciones y como sabe que no se puede prefiere ni tentarse. A mi me gusta así, combinadito, me dijo. Por alguna comprensión que traemos de quién sabe dónde yo entendí que se refería a los mimos o cariños suaves y el sexo. Si no hay uno, mejor no arrancar con el otro. Cuadradito mi muchachito.
Lo que no le dije (lo que me incomoda muchísimo) es que más allá de los problemas médicos y el tratamiento y las molestias, hay veces que no sólo no tengo ganas de tener sexo con él sino que cuando empieza a buscarme me da rechazo, odio, quisiera pegarle en la cara porque me mordió un poco fuerte o me humedeció demasiado o me raspó con el brazo o cualquier otra boludez de ese estilo. Y eso, queridos, no se de dónde mierda sale.
¿Qué onda? ¿Me voy a poner como esas minas que no cogen para no despeinarse? ¿Me molesta que me raspe con el brazo, que me de un beso demasiado largo, que se le enganche mi pulsera en el pelo? ¿esas cosas me sacan las ganas?
Que quede claro esto porque sino no se entiende el problema: a mí me encanta tener sexo. Soy de esas personas que casi siempre tienen ganas, y cuando no tienen ganas igual pueden generarlas con muy poca estimulación. Con G, además, garchamos mucho durante mucho tiempo, casi-casi hasta que nos mudamos juntos. O hasta que volvimos. No lo tengo muy claro, pero por esos meses empezó mi rechazo, más o menos. Y además, siempre garchamos muy bien, creo que es la persona con la que tuve mejor sexo en toda mi vida.
Entonces: ¿qué pasa con este desagrado, este rechazo profundo, esta mala onda sexual?
Podría echarle la culpa a las molestias ginecológicas, si garchar te duele es lógico que después de un tiempo tengas cierta resistencia a hacerlo. Pero no, no es solamente eso. Creo que con F ya me había pasado. Enamoradísima como estaba, me daba rechazo. Pero F quería coger mucho menos y eso, que era un problema, a veces me venía bien. Ahora, con G, estoy en problemas. Problemas que empezaron cuando nos mudamos juntos, y dios vaya a saber qué quiere decir eso.
Una boludez: ahora que ato cabos, entiendo que falta de sexo y malhumor constante sean dos posts que van pegados, bien pegados.
lunes, 28 de septiembre de 2009
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