
Ayer hablé con G y estuvo bien. Le solté a mitad de los preparativos de la cena un sólido y breve "me cuesta vivir con alguien". Ya se, me dijo. Me doy cuenta. Después me contó que a él también. Ahí me despaché. Mis dudas, mi sensación de que a veces, algunos días, si no vivieramos juntos no tendríamos ganas de vernos, y la mar en coche.
A G no le gusta hablar. Muchisimo menos le gusta dudar. Me lo dijo pero igual se la bancó bastante bien. Tiró sus condiciones: yo necesito saber que esto no va a ser una constante, todo el tiempo reflexionando sobre nuestra convivencia. Eso para G es una tortura. Para mi es una molestia inevitable, como levantarse temprano o tener que tomar varios bondis en el día. Es parte de mis condiciones materiales de existencia, no una elección. Pero claro, siempre puedo elegir que esa constante reflexión-revisión no siempre sea mutua. Permitir que otros vivan más aliviados y solo pegar el grito en caso de peligro. De chica me enseñaron el cuento del pastorcito y trato de tenerlo presente: si gritas siempre después ya nadie te escucha. Así que tranquila pastorcita loca, tran-qui-la.
Después me dijo cosas que no se bien cómo al rato (una vez terminada la conversación) tuvieron un efecto relajante. Que hay días que uno simplemente está pensando en sus cosas y que el otro interrumpe y es dificil acompasarse, componer, pero eso no implica que uno quiere que el otro no esté. Yo mis ganas de vivir con vos no me las replanteo, me dijo. También dijo que él prefiere tomar decisiones y darle para adelante sin revisar demasiado salvo que realmente algo ande mal. Si reviso todo el tiempo vivo angustiado y no me gusta vivir angustiado, sintetizó. Y no, pensé. A nadie, mon amour, a nadie.
Por último, me batió una que me dejó pensando. Yo a veces te espero con buena onda y vos venis muy cansada y malhumorada y con el rollo de un mal día y yo no siempre tengo resto para escuchar eso, a veces me genera rechazo. Y sí. Yo llego malhumorada y cansada casi todos los días. Y entonces volví súbitamente a uno de mis primeros posts... ¿Qué onda con la alegría? Traté de hablar con G. sobre mi malhumor pero no funcionó. Demasiado pedir, lo sé, lo sé. Somos distintos. Me repitió una y otra vez que tengo que dejar de revisar toooodooo todo el tiempo. Que uno toma decisiones y trata de sostenerlas aunque no sean las mejores, porque revisar todo el tiempo angustia. Hablamos de la militancia pero G también tiene una relación más transparente (le dije prístina y me dijo ¿qué?) con la militancia. Pude decir que para mi sostener 4 espacios es demasiado. Nota al pie: repensalo cuando armes el año que viene, petisa, porque después se te complica dejar cosas.
De todos modos, me quedé pensando que tal vez debería dejar de enojarme tanto con cada aspecto de mi vida y tratar de ponerle onda a la adversidad. En una epoca sabía hacerlo, extraño mucho esa época. Para cabalgar rápido no hay que tratar de controlar los movimientos, sino estar relajado para que el cuerpo acompañe el andar del caballo. Una vez se me había ocurrido eso, vivía en la casa de independencia y me puse a buscar en google una foto de un caballo y su jinete a puro galope. Pero finalmente -no se por que ironía de la vida- terminé colgando como fondo de pantalla un pesadísimo elefante lleno de polvo.
A G no le gusta hablar. Muchisimo menos le gusta dudar. Me lo dijo pero igual se la bancó bastante bien. Tiró sus condiciones: yo necesito saber que esto no va a ser una constante, todo el tiempo reflexionando sobre nuestra convivencia. Eso para G es una tortura. Para mi es una molestia inevitable, como levantarse temprano o tener que tomar varios bondis en el día. Es parte de mis condiciones materiales de existencia, no una elección. Pero claro, siempre puedo elegir que esa constante reflexión-revisión no siempre sea mutua. Permitir que otros vivan más aliviados y solo pegar el grito en caso de peligro. De chica me enseñaron el cuento del pastorcito y trato de tenerlo presente: si gritas siempre después ya nadie te escucha. Así que tranquila pastorcita loca, tran-qui-la.
Después me dijo cosas que no se bien cómo al rato (una vez terminada la conversación) tuvieron un efecto relajante. Que hay días que uno simplemente está pensando en sus cosas y que el otro interrumpe y es dificil acompasarse, componer, pero eso no implica que uno quiere que el otro no esté. Yo mis ganas de vivir con vos no me las replanteo, me dijo. También dijo que él prefiere tomar decisiones y darle para adelante sin revisar demasiado salvo que realmente algo ande mal. Si reviso todo el tiempo vivo angustiado y no me gusta vivir angustiado, sintetizó. Y no, pensé. A nadie, mon amour, a nadie.
Por último, me batió una que me dejó pensando. Yo a veces te espero con buena onda y vos venis muy cansada y malhumorada y con el rollo de un mal día y yo no siempre tengo resto para escuchar eso, a veces me genera rechazo. Y sí. Yo llego malhumorada y cansada casi todos los días. Y entonces volví súbitamente a uno de mis primeros posts... ¿Qué onda con la alegría? Traté de hablar con G. sobre mi malhumor pero no funcionó. Demasiado pedir, lo sé, lo sé. Somos distintos. Me repitió una y otra vez que tengo que dejar de revisar toooodooo todo el tiempo. Que uno toma decisiones y trata de sostenerlas aunque no sean las mejores, porque revisar todo el tiempo angustia. Hablamos de la militancia pero G también tiene una relación más transparente (le dije prístina y me dijo ¿qué?) con la militancia. Pude decir que para mi sostener 4 espacios es demasiado. Nota al pie: repensalo cuando armes el año que viene, petisa, porque después se te complica dejar cosas.
De todos modos, me quedé pensando que tal vez debería dejar de enojarme tanto con cada aspecto de mi vida y tratar de ponerle onda a la adversidad. En una epoca sabía hacerlo, extraño mucho esa época. Para cabalgar rápido no hay que tratar de controlar los movimientos, sino estar relajado para que el cuerpo acompañe el andar del caballo. Una vez se me había ocurrido eso, vivía en la casa de independencia y me puse a buscar en google una foto de un caballo y su jinete a puro galope. Pero finalmente -no se por que ironía de la vida- terminé colgando como fondo de pantalla un pesadísimo elefante lleno de polvo.
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