jueves, 17 de septiembre de 2009

Revelaciones en negro

G. está de viaje. Manda mensajes cada dos o tres horas y me cuenta todo lo que hace. Sabe generar complicidad a la distancia.

Mientras tanto, yo vuelvo a descubrir que las distancias son siempre un problema para mí: me gustan demasiado, me permiten barajar de nuevo. Un día alcanza, y aunque lo extraño muchísimo desearía que fueran siete o diez en lugar de tres días de ausencia. No es desapego, pienso muchísimo en él pero me gusta estar sola.

Primer día: primer descubrimiento. No confío en G.

Lo sabía, lo sabíamos los dos cuando decidimos estar juntos. Nuestra historia y sus putos golpes indelebles. Él en aquel momento tampoco confiaba en mí (¿habrá podido solucionarlo?).

No se que se hace con eso. En aquel momento decidimos querernos igual en un acto de fe. Pero la fe... a mí me cuesta mucho. Entonces no se que se hace con eso. Se que seguramente yo haga algo muy exagerado, me replantee toda la relación y lo haga sentir muy inseguro una vez más. Soy muy feliz con él, pero no se dejar estar las cosas, en mí todo lo que late tiene que explotar. Es que vuelve en tres días y no voy a tener tiempo de calmarme.

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